La alopecia puede afectar la apariencia y la confianza, pero entender sus tipos y tratamientos es clave para abordarla. En este artículo exploraremos sus diferentes formas y cómo tratarlas para recuperar tu salud capilar.
¿Qué es la alopecia?
La alopecia es la pérdida anormal del cabello, que puede afectar tanto al cuero cabelludo como a otras partes del cuerpo. Esta condición puede ser temporal o permanente y suele estar influenciada por factores genéticos, hormonales, inmunológicos o ambientales.
¿Cuáles son los tipos de alopecia?
Existen varios tipos de alopecia, cada uno con características y causas específicas. A continuación, se detallan las principales formas de alopecia, clasificadas en tres categorías: cicatriciales, no cicatriciales y localizadas.
La alopecia cicatricial se caracteriza por la destrucción irreversible de los folículos pilosos, lo que resulta en la formación de cicatrices y la pérdida permanente del cabello. En esta categoría encontramos:
Alopecia primaria
En esta forma, el daño comienza directamente en los folículos pilosos. Es el resultado de enfermedades autoinmunes o inflamatorias, como el liquen plano pilar o el lupus discoide, que destruyen el tejido capilar. Las áreas afectadas suelen ser irregulares, y la pérdida de cabello es irreversible debido a la formación de cicatrices.
Alopecia adquirida o primaria adquirida
Este subtipo tiene un origen autoinmune, en el cual el cuerpo identifica los folículos pilosos como agentes extraños y los ataca. Es frecuente en condiciones como la alopecia frontal fibrosante, que afecta principalmente a mujeres y se caracteriza por una recesión capilar progresiva en la línea frontal del cabello.
Alopecia secundaria
En este caso, la caída del cabello ocurre como resultado de lesiones externas, infecciones severas, quemaduras o procedimientos médicos invasivos. Ejemplos incluyen infecciones como tiña profunda o daños por químicos agresivos en el cuero cabelludo.
Alopecia frontal fibrosante
Este tipo de alopecia afecta principalmente a mujeres postmenopáusicas, provocando una recesión progresiva de la línea frontal del cabello y, en algunos casos, pérdida de cejas o pestañas. Está asociada a factores autoinmunes y hormonales.
Aunque la causa exacta no se comprende completamente, los tratamientos con antiinflamatorios, inmunosupresores y terapias hormonales pueden frenar su avance. Es esencial el diagnóstico temprano para minimizar la pérdida irreversible.
En el caso de la alopecia no cicatricial, la caída del pelo no deja cicatrices, y existe la posibilidad de que el cabello vuelva a crecer si se trata adecuadamente. En esta se incluyen:
Alopecia androgenética
La alopecia androgénica, conocida también como calvicie común, es la forma más conocida de pérdida de pelo en hombres y mujeres, causada por una combinación de factores hormonales y hereditarios. En los hombres se manifiesta como una recesión de las entradas y pérdida en la coronilla; en las mujeres, como un adelgazamiento en la parte superior del cuero cabelludo.
Este tipo de alopecia está relacionado con la sensibilidad de los folículos a los andrógenos, hormonas masculinas presentes en ambos sexos. Aunque es crónica, los tratamientos como minoxidil y finasteride pueden ralentizar su progreso y estimular el crecimiento capilar.
Alopecia difusa
La alopecia difusa se caracteriza por una caída homogénea del cabello en todo el cuero cabelludo, sin áreas calvas evidentes. Sus causas incluyen estrés físico o emocional, déficits nutricionales, enfermedades sistémicas como hipotiroidismo, y ciertos medicamentos.
Aunque puede ser alarmante por su rápida aparición, este tipo de alopecia puede ser reversible si se trata la causa subyacente. La recuperación del cabello puede tardar varios meses tras el inicio del tratamiento.
Efluvio telógeno
El efluvio telógeno es una forma de alopecia temporal en la que un gran número de folículos pilosos entran en fase de reposo (telógeno) simultáneamente, provocando una caída notable del cabello. Este proceso suele desencadenarse por eventos estresantes como fiebre alta, intervenciones médicas, embarazo o cambios endocrinos.
La pérdida de cabello es difusa y suele durar entre 3 y 6 meses. Afortunadamente, la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente, con un crecimiento gradual del cabello una vez superado el factor desencadenante.
Por último, la alopecia localizada afecta áreas específicas del cuero cabelludo o del cuerpo, presentando parches o zonas sin cabello. De este tipo tenemos:
Alopecia areata
La alopecia areata es una enfermedad inmunológica que causa la caída del cabello en parches redondos y lisos, afectando el cuero cabelludo, barba o cejas. En casos severos, puede evolucionar a alopecia o calvicie total (pérdida completa del cuero cabelludo), así como universal (todo el cuerpo).
Aunque no se conoce una solución definitiva, los tratamientos con corticosteroides, inmunoterapia tópica o minoxidil pueden ayudar a recuperar el cabello. Esta condición tiene un impacto emocional significativo, por lo que el apoyo psicológico es fundamental.
Alopecia traumática
La alopecia por traumatismo es causada por daños físicos constantes al cabello o cuero cabelludo, incluyendo prácticas como peinados ajustados, el uso excesivo de extensiones o accesorios que generan tensión, conocida como alopecia por tracción. Este tipo de daño puede resultar en una pérdida temporal o permanente de cabello, dependiendo de la severidad del trauma.
Otro tipo es la tricotilomanía, un trastorno psicológico donde la persona siente la necesidad compulsiva de arrancarse el cabello, causando parches de calvicie. En ambos casos, abordar las causas subyacentes y adoptar hábitos capilares más saludables son esenciales para prevenir un daño irreversible.
¿Cómo se diagnostica la alopecia?
El diagnóstico de la alopecia se realiza mediante un enfoque integral que incluye:
- Historia clínica detallada: se evalúan antecedentes familiares, enfermedades subyacentes, estrés, medicamentos o eventos recientes que puedan influir en la caída del cabello.
- Examen físico: el médico analiza el cuero cabelludo para identificar la densidad capilar y la posible presencia de inflamación, cicatrices o zonas sin cabello.
- Pruebas específicas:
- Tricoscopia: permite observar los folículos pilosos con aumento para detectar anomalías.
- Test de tracción: evalúa la fragilidad del cabello al tirar suavemente de él.
- Análisis de sangre: para identificar deficiencias nutricionales, desequilibrios hormonales o enfermedades autoinmunes.
- Biopsia del cuero cabelludo (en casos complejos): ayuda a determinar el tipo exacto de alopecia al examinar una muestra de tejido.
¿Cómo es el tratamiento de la alopecia?
El tratamiento de la alopecia depende de su tipo. En la alopecia androgenética se usan medicamentos como minoxidil y finasteride; para la alopecia areata, se emplean corticosteroides o terapias como inhibidores JAK. En alopecias temporales como el efluvio telógeno, se trata la causa subyacente con mejoras en la nutrición y manejo del estrés.
Las alopecias cicatriciales, al ser irreversibles, pueden requerir trasplante capilar o terapias para detener su avance. Sin embargo, siempre se recomienda acudir a un profesional para un tratamiento personalizado.
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